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Repensar las ciudades hacia una sostenibilidad inteligente

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Repensar las ciudades hacia una sostenibilidad inteligente

Se espera que el 68% de la población viva en ciudades en 2050, según la ONU

Por: L. Martín

El 55% de la población global vive en entornos urbanos y se espera que esa cifra aumente hasta el 68% para 2050, según un informe de la ONU. Sorprende que, teniendo en cuenta que estos espacios abarcan el 2% de la superficie terrestre, consuman el 78% de la energía mundial y produzcan más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Las iniciativas que encaminan hacia las ‘smart city’ -o ciudades inteligentes- se orientan a dar solución a esos grandes retos mediante las tecnologías y la innovación, y son una oportunidad para replantear la forma de prestar servicios a los ciudadanos.

Contadores inteligentes de luz, vehículos de combustible renovable, placas fotovoltaicas. Las metrópolis han tenido que realizar cambios de manera ágil para luchar contra la contaminación, por lo que ya existen un gran número de soluciones inteligentes que las visten. Uno de los proyectos más llamativos consiste en el testeo de cámaras inteligentes para mejorar el flujo de tráfico, llevado a cabo en Helsinki: “La ciudad aprecia si hay personas esperando en los pasos de peatones y permiten que haya una mayor continuidad en el tráfico, eliminando los segundos muertos en que se aguarda a que las luces cambien de color”, explica Esteve Almirall, profesor y director del Centro para la Innovación en ciudades de Esade. El gobierno de la urbe china de Hangzhou, por otro lado, anunció una colaboración con las empresas Alibaba y Foxconn para crear 'City Brain', dejando el control de la ciudad en manos de la Inteligencia Artificial. El despliegue tecnológico controla el tráfico, soluciona congestiones de vehículos y consigue detectar accidentes que se reportan rápidamente.

“Se deben hacer unas ciudades más inteligentes utilizando las tecnologías en su justa medida y buscando las mejores respuestas sin caer en corporativización, la tecnocracia y la condición panóptica, que hace sentir que se está siempre bajo vigilancia”, destaca Miguel Mayorga, arquitecto urbanista, profesor de urbanismo de la UPC y colaborador de la UOC. El experto destaca que se debería revisar el concepto actual de ciudad inteligente, porque mientras en su origen tenía mucho que ver con la sostenibilidad, ha pasado a corporativizarse por parte de las compañías digitales. “Hay que volver al origen del concepto con las posibilidades que ofrecen las tecnologías para colaborar en el proceso de mejora de la vida urbana”, afirma Mayorga. Lo que implica que no por tener más dispositivos y datos en una ciudad es más ‘smart’. “Depende de cómo se utilicen”, apunta Ana Alcantud, directora de consultoría Anteverti.

La parte tecnológica ya está disponible para dar un vuelco al funcionamiento de las ciudades, transformando algunos sectores, pero se deben organizar los recursos necesarios para la innovación, mejorar la capacitación de los responsables públicos e involucrar a los ciudadanos en la toma de decisiones. “No hay ciudades inteligentes sin ciudadanos inteligentes que formen parte del proceso participativo y de la visión de futuro de la ciudad, compartiendo su conciencia ambiental para formar parte de la solución”, asevera Alcantud. Reino Unido ha ampliado su foco hacia las ‘smart cities’ con una iniciativa para fomentar esa participación, la web ‘Fix my street’, que permite a los residentes informar a su autoridad local sobre los problemas que requieren su atención, como baches o farolas rotas. Mayorga ve estos cambios con optimismo y cree que es importante que las administraciones de las ciudades estén a la altura de las circunstancias para regular los procesos que se están dando, por ejemplo, en las economías de las plataformas digitales, como Airbnb o Glovo.

Aunque, el mayor avance en estos territorios se da en la movilidad, que “va a cambiar radicalmente”, determina Almirall. Según el experto, se necesitarán muchos menos vehículos en la calle a la vez que aparecerá una movilidad compartida con taxis autoconducidos y más baratos. Se potenciará la micromovilidad, se construirán nuevas infraestructuras y se añadirán puntos de carga de vehículos eléctricos. Aunque, las ventajas que pueden traer las ciudades inteligentes quedan en muchas ocasiones relegadas por el temor a que la privacidad de los datos se pierda entre innovaciones y por la falta de adaptación a lo digital por parte de algunas capas de la población.

El impulso de los fondos europeos

España es pionera en innovar para crear ‘smart cities’. De hecho, celebra el mayor evento mundial en este ámbito, el Smart City Expo World Congress, que certifica desde hace más de diez años el viraje hacia las naciones inteligentes. “Si llegan financiaciones de Europa debemos ser conscientes de la oportunidad que representan y entender que el sinónimo de ‘smart city’ no debería ser ciudad tecnológica sino mucho más vivible, saludable, justa, democrática, con mejor calidad de vida y más sostenible. La tecnología es un medio y no un fin”, añade Mayorga. Los fondos Next Generation engloban tres ámbitos protagonistas en las ‘smart nations’, a grandes rasgos, que son la transición ecológica, la digitalización y la movilidad urbana. De los 70.000 millones de euros de estos fondos europeos asignados a España mediante transferencias no reembolsables, los gobiernos locales ya cuentan con más de 17.000, según destacó el presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), Abel Caballero, en el Consejo Territorial de la Federación reunido recientemente en el Senado. “Esta cantidad -constató- representa el 34% de los fondos”.

De entre todas las ciudades españolas, Barcelona, Madrid, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria-Gasteiz y Zaragoza son las más avanzadas al formar parte del proyecto europeo ‘Cien ciudades inteligentes y climáticamente neutrales de aquí a 2030’.