Amb data de 8 de maig de 1946, demà farà 75 anys, el Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Solsona publicava la primera carta pastoral del bisbe de Solsona, Vicent Enrique i Tarancón.

El bisbe constatava que encara que «oficialmente estamos en paz», pel fet que havia acabat la guerra civil, «¿No es verdad que hace falta todavía ganar la paz», ja que «ni hay paz internacional, ni hay paz política y social, a pesar de la paz, más aparente que real, que oficialmente celebramos?». I és que «los hermanos siguen odiándose» i «sobre el odio no puede asentarse la paz».

Tarancón recordava que «el liberalismo económico era injusto a pesar de las apariencias de justicia con que se presentaba y que había hecho posible que las riquezas estuviesen mal repartidas e injustamente aplicadas» Però reconeixia que «el socialismo, a pesar de la injusticia de sus principios y de la violencia de sus procedimientos, había conseguido un progreso justo en la legislación social» i per això «el repudio que se dio al socialismo con nuestra guerra de liberación, no podía significar una aprobación de las injusticias del régimen capitalista».

Tarancón denunciava un fet escandalós, ja que «al amparo de las necesidades de guerra se hacen los grandes negocios sin reparar en la justicia de los medios y de los procedimientos». El bisbe se n'adonava que «como consecuencia de la guerra se produce la escasez de ciertos artículos», que d'una manera immoral era «hábilmente aprovechada por los desaprensivos en su propio beneficio». Tarancón se n'adonava que l'odi «y sus secuelas de rencores y venganzas, no han desaparecido por completo ni en unos ni en otros» i això era «el mal más grave, la consecuencia más funesta de la guerra civil que hemos sufrido». Tarancón deia que «todavía se recuerdan demasiado conductas pasadas. Todavía se ven miradas recelosas y se oyen palabras de rencor». I és que «después de la guerra el egoísmo ha crecido en el corazón de los hombres de una manera alarmante. E incluso personas que se llaman cristianas y hasta piadosas se dejan guiar por el egoísmo con un desenfado que debe alarmarnos».

Tarancón demanava la solidaritat amb els més necessitats, perquè «los que cierran su corazón ante la miseria del prójimo y no procuran remediarla en la medida de sus posibilidades, merecen la condenación del Señor».

El bisbe de Solsona deia que «en honor de la verdad, el socialismo ha conseguido muchas mejoras para los obreros y ha obligado por la fuerza a que no pocos ricos cumpliesen con sus deberes sociales». I és que creia «sinceramente que el socialismo cumplió en nuestra Patria una misión providencial». Fins i tot deia que «el socialismo fue un instrumento en las manos de Dios para castigar las injusticias que se cometían bajo el régimen capitalista y para conseguir unas mejoras sociales que por evolución pacífica difícilmente se hubiesen conseguido».

El bisbe Tarancón acabava la seva pastoral posant el seu ministeri sota «la protección de la Virgen del Claustro».